MUESTRA POÉTICA DEL X CONGRESO DE LA SOCIEDAD CHILENA DE ESTUDIOS LITERARIOS

(Selección de Andrés Morales)

 

Alejandra Basualto

Gitanos

Que los gitanos están armando carpas
dice la María con sus ojos pintados de río
que los gitanos se roban a los niños
dice mama Laura
que los gitanos te ven la suerte en la palma de la mano
que
los
gi
ta
nos
Y las gitanas rubias estiran los brazos al sol vestidas
de arcoiris y ríen y hablan con su lengua al revés y bailan
con pies de ventolera y hacen cantar sus abalorios
en las muñecas en las orejas en el cuello en la cintura
en los tobillos en la cabeza en el pecho en las pestañas
y en el cobre de las pailas
que abren todas las jaulas
Y esa niña
volando sobre las pircas.

 

Príncipe azul

no desmontes de tu brioso corcel
ni me tomes en tus brazos
ni roces mis labios
con tu boca delicada

porque
si te miro de frente
con mis ojos de bruja verde
y me sueño todo el cuento
entre tus sábanas de holanda


mucho me temo
QUE DESAPAREZCAS

 

 

Javier Bello

XIV

Oigo: el coito de los perros desmorona el tejado de los parques: veo: el revés de la fornicación de los hombres se tuerce del revés: toco: la ceniza cuando limpian el ombligo los días de niebla: huelo: los negros se queman despacio entre las sábanas: digo: el caballo con su mano de niño pequeño me pone una aguja debajo de la lengua: oigo: mi letanía sube las escaleras del patio:

del día surge el mal con su águila negra: su mirada revienta los cuerpos que se tienden debajo:

es que el río se queja, no lo dejan dormir
es que el río se queja, no lo dejan beber

es tarde: las monedas gotean al borde de mi aliento:

es tarde: del día surge el mal: el llanto moral de la avutarda devorando los niños del semen:

para Felipe Luck

 

LA JAULA DEL QUE HA VISTO

En la noche ese niño ha abierto la cerca de su nombre
y ha mirado adentro del cajón.
¿Qué ha visto?¿Qué ha visto?¿Qué ha visto?
Jaurías, avestruz, incendios, vástagos,
enfermedades, ráfagas,
ha visto ha visto ha visto ha visto
a su lado ese sol que maldice
el dibujo callado del suburbio
con su pico de pájaro en el mapa,
ha vistoha visto ha visto ha visto ha visto
que el mundo no está bien cuando señalan
con linternas de gas a las mujeres
que se deshacen bajo el aluvión, que el mundo
no está bien
si sólo quedan cuerpos que le gritan que no.

Viaja en el tren, en la cama de arriba
duerme la madre, y a su lado la hermana.
No tienen tundra en las manos
ni hierbas que les crecen en el cráneo.

Dormidas lo han llamado por su nombre
y escucha ya con vértigo jaurías,
alacrán, vendajes, hilo,
hembras...
aaaaaaaaaa No duerme, mira por la ventanilla rota
el tejado indiscreto de la lluvia que todo se lo cuenta sin razón
y lo dice y lo vuelve a decir
y todo se lo dice, todo.

El niño mira
lo que no puede ver,
se desliza muy ciego sobre sus manos duras
de sostener la piedra de una cabeza rota.
El niño
mira lo que no puede ser:
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa sobre un país descalzo
los hombres que castigan deben ser saciados.

Es que toda la noche le dicta la noche su noche,
es que toda la noche le dicta la noche otra noche
proscrita entre las rosas
que se desangra herida
por el vendaval de las poleas del tren.

Es que sólo en la noche puede oscurecer hasta encontrar las aldeas quemadas,
sólo en la noche puede hallar ese lugar con piedras, de memoria,
sólo en ella puede ver cómo crece la tundra en las manos
de las madres y las hermanas que no huyen.

En la noche ese niño ha abierto la cerca de su nombre
y ha visto:
aaaaaaaaa memoria,
cajón con duende, tijeras mano a mano.

Este poema se lo dicta la noche
herida por las poleas que desangran al tren.

Este poema se lo obliga a escribir su memoria,
este poema se lo obliga a escribir su indignación.

para Diego Jesús Jiménez
de Las jaulas (Madrid, Visor, 1998)

 

Alejandra Del Río

***

Abrir los ojos es romperse por el centro
y engendrarse en cada rotura un asentamiento de millones de años
esparcidos o mejor poseídos de cada hilacha
de cada rincón del retazo nuevo y sangriento y arrugado.

Abrir los ojos es andar poniendo seña
o hallar la voluntad de hacerlo por despecho
por venganza a la ceguera
al dulce afán engañado por la eterna lengua tan promiscua
pues no hay lengua verdadera que tenga el centro intacto
antes bulle vientre adentro el estallido
y se dan mandobles a los sinónimos para asegurar con la cabeza la estocada.

Abrir los ojos no viene a ser una esperanza
ya lo habrá previsto así el de las cursivas cualquier tarde calurosa
una vez reconocida la quebrada bajo los pies
un vacío para el que nada sirve la máscara de gala.

"Habría que ser tan valiente para huir" habrá dicho en su fortaleza.

"Habría que ser tan valiente para volver" dirá en otro tiempo otra urbe más terrible.

***

En las sombras blande un hacha
cierta niña que va recogiendo piedras en el camino.

No lo dice pero se escuchan
clamores que no la dejan respirar
agujas y clamores que no la dejan respirar
azotes y clamores en las sienes
en los hombros
y filudos soldados equilibrando una marcha por su espalda.

No lo grita pero se sabe
un pez de alas plegadas
una proclama de hacha en bandolera
de golpe seco en la penumbra
y cuerpo desperdigado por el camino.

No se escucha ni lo escucharíamos jamás
pero a esos retazos ya le están saliendo rostros
y alas nuevas.

***

Clara la risa del que no logra posada
sus días le brincan en las palmas y en los ojos
nada tiene color propio, forma acabada
para el sagaz que no ancla su boca a ninguna.

Clara la risa y el llanto aún más frío
más turbulento el mar en que se mira
pues la luz nunca le será dada en su forma original
pues a borbotones tendrá la luz o el aguacero
que sobre la piel formará preciosos charcos.

Clara la risa y todavía más largo el camino de los pies
para el deshabitante adicto a cada esquina
para el deseoso sin sed de su madre.
Clara la risa que en silencio persigue
una sombra desnuda pintada en la caverna.

de Escrito en braille (Santiago, autoedición, 1999)

 

 

 

 Delia Domínguez

Esta es la casa

Quien quiera saber lo que acontece
a las lluvias en marcha sobre la tierra,
véngase a vivir sobre mi techo, entre los
signos y presagios.

Saint-John Perse.

Esta es la casa
aquí la tienes con la puerta abierta
y los fogones encendidos.
Aquí vivo
conjurada por la noche de campo
y los mugidos de las vacas
que van a parir a la salida del invierno.
Entra en las piezas de sentimiento antiguo
con manzanas reinetas
y cueros claveteados en el piso.
Esta es la casa para ser como somos,
para contar las velas de cumpleaños
y las otras también,
para colgar la ropa y la tristeza
que jamás entregaremos a la luz.
Este es el clima, niebla y borrasca,
sol partido entre los hielos
pero encima de todo:
un evangelio duro
una pasión sin vuelta
una carta de agua para la eternidad.
Esta es la zona: Km. 14, Santa Amelia,
virando hacia el oeste,
con todas las jugadas de la vida
y todas las jugadas de la muerte.
Esta es la casa raspada por los vientos
donde culebreaban los inviernos
de pared a pared
de hijo a hijo
cuando nos aliviábamos con ladrillos caldeados
para aprender las sagradas escrituras
que la profesora de la Escuela Catorce
sacaba de un armario
o de los dibujos de un pañuelo.
Esta es la fibra fiel de la madera
donde calladamente me criaron
entre colonos y mujeres
que regresaron a su greda.
Aquí vivo con la puerta abierta
y este amor
que no sirve para canciones ni para libros,
con mi alianza sin ruido a Santa Amelia
donde puedes hallarme a toda hora
entre las herramientas y la tierra.

 

 

Papel de Antecedentes

 

Yo católica ............ mestiza
minimalista y campesina.

Yo perrera y caballera............. de ombligo amarrado a
la telúrica
........... madrecita ti erna de
nunca acabar.

Yo de sesenta para arriba y para abajo
me s de corrido los Diez Mandamientos,
El Ojo (o-j-o)
........... y la Pastoral de L. van Beethoven.

 

Eduardo Espina

La tortuga de Zenón

Lo íntimo atrae a la intemperie.
Rastro a ras de la escolopendra
y algo de logos en la caparazón.
A su lado las paralelas se alzan;
feliz remordimiento de la razón.
Anda, última libra del galápago,
que ya grazna el peso anacarado,
su país de piel aparte ya de todo.
Presocráticos a usanza la vieron
rodar entre sospechas enhebrada
a las obras que vaciaban el plan.
¿De alcurnia igual a un leopardo?
Caída del aire, casi por dentro:
oscura de panoplias por el frío,
siguió hasta salirse del nombre.
Al detenerse, se sintió Aquiles.

 

La vida, un objeto reciente

La mortalidad de su belleza es lo que
da para empezar: a punto de quedarse
callada encuentra una perla y el apodo.
Vida como dádiva duradera, como ha
sido la del búfalo, y detrás la pantera.
Entre zancadas hasta cruzar la bruma
más allá del alba añadida a la persona
del paje que pregunta por el anfitrión.
A tiempo de tener lo que nunca nació,
la mañana derrama lebreles de brillo,
la letra que a la voz anuncia naciones,
nada más que la solución de siempre.
Llega la lluvia, la costumbre del agua
y el ocio que por cierto cae en desuso:
la luna en el heno hace a la planicie, el
invierno al venado que alcanza a ceder.
Por su hez ha sido el sitio disminuido,
en algo convertido como cuerno y ahí:
la flecha conocida al quedarse clavada
el cuerpo dispuesto por la posibilidad.
Podría resumirse así: el margen de los
recuerdos originando un gerundio y a la
canción llevada al grazno del susurro.
Ciervo, verdad y arboleda por dentro:
la casa encuentra el coto desconocido.
Duerme la piel a pesar de lo que pasa.
Los ojos dan por verdad a las palabras
las cosas buscan un lugar en la mirada.

 

Myriam Moscona

Apostasía

¿Y qué deidad me pudiera
inclinar a que te amara
que ese poder no tomara
para sí si te tuviera?

Francisco de Quevedo

 

¿Por qué no hay madre ni María
ni hermanas de Dios
ni hermafroditas?
Las despoblaste de la familia angélica,
me dice don Francisco de Quevedo.

De la Vía Láctea
arrancaste su nombre de mí,
su estancia protectora
de los más deseados amores
que fervorosamente quise
y no pude tener.
(¿Por qué no pude, María?)

¿Y Ella?
¿Por qué no está contigo?
¿Por qué sólo Tu nombre
y no el de Aquella que perdí
en la resurrección
también negada de la carne?

María, Sierva, Hermana.
Líbrame del mal.
¿Quién para sí
si te tuviera?

Estoy de plácemes, Quevedo.
Estoy en la orilla de la madre
que regaló su muerte
y me dio el país quebrado
y sus burlescas
y la araña que andaba
tras la pobre mosca mía.

¿por qué no hay madre ni María?

 

Lacayo

Antes del sueño,
bajo las sábanas luidas
entraste bebido,
arrasado por el flujo.
Y un trovador cantó a tu oído
alabanzas que no supiste descifrar.

Ay de los necios
que terminada la faena
duermen sobre el emperador
como lacayos.

 

Andrés Morales

Chile

La envidia se desata en este circo pobre:

El domador aúlla y ruge y estornuda,
la equilibrista sueña con tierra firme siempre
y un payaso ordena el mundo entre sus dedos.

La patria se disfraza, cortés, civilizada
en una bendición de dones ya maduros
que enseñan gravemente la luz opaca y fría
del sol sin su destello, sin su calor sereno.

El circo se disfraza, la patria se desnuda,
la envidia nos despierta, nos mueve, nos consume.

La única verdad es la que nos desmiente:

El circo no termina, la mascarada crece,
el bufo, la corista, el fanfarrón, el santo,

todos en la pista cruel y provinciana.

(A Roberto Díaz Muñoz)

 

[De Réquiem]

XVI. Libera me

Del tiempo que nos cruza como un trueno congelado,
del plazo y de las deudas con los vivos y los muertos,
de la blasfemia dicha por la injusticia siempre,
de todas las mentiras que nos envenenaron
y todas las mentiras aún no pronunciadas.

Del agua y la esperanza de sanación en vida,
de los profetas ciegos, de la verdad a medias,
del grito, de la sangre, de los terrores diarios
y del vacío pleno en soledad de cárcel.

Jamás de la hecatombe, del juicio indispensable
que habrá de ensombrecer el ceño de las madres;
jamás de los castigos por las cenizas mudas:
el precipicio amargo del despeñado en culpa.

Libérame del hierro que destrozó la risa,
libérame del pan de la falsía indigna,
libérame del miedo al rayo que somete.

Libérame, mi Dios, del propio corazón.

 

 Alex Sequén-Mónchez

Los ojos de una máscara

La luna de ayer
sigue intacta sobre el mundo

Cinco menos cuarto
...................................... Amanece
Se escucha el ruido de un motor
La arboleda muriéndose de pájaros

Sobre el mueble....... un reloj
Haciendo........ deshaciendo
su infamia
numérica y mortal
Sigo insomne
casi derrumbado
en el último libro y la primera palabra

Se comienza a notar
las ausencias
Hay una mujer
lenta..........como un arpa
Ella es la causa
de este eclipse incomprendido
¿Cuál será de ahora en adelante
la frontera
entre el amor y la soledad?

No hay respuestas.... sino muros

Después de cerrar la mano
el alba comienza a devorar mi sombra

 

Monólogo del bastardo

No era necesario que anduvieras por el mundo
No tenías por qué morir como los pájaros
Estoy aquí y lo lamento
Hiciste bien
Yo tampoco hago mal orinándome en tu silencio
Ojalá que esta tibia gota de sangre toque tus huesos

Ya vendrán las hormigas a limpiarte los ojos