LA PALABRA ENEMIGA EN LA OBRA DE AGUSTIN YAÑEZ

Por Gloria Favi C.,
Escuela de Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias Sociales,
Universidad de Chile, Universidad Central.

Agustín Yáñez nació en la ciudad de Guadalajara en 1904; con la publicación de tres novelas, Flor de Juegos Antiguos (1941) Archipiélago de Mujeres (1943) y especialmente con la publicación de Al Filo del Agua (1947), Yañez alcanza el reconocimiento universal y su obra total es considerada como un hito en la transformación de la novela hispanoamericana contemporánea.

Su novela Al Filo del Agua, desarrolla una narrativa singular marcada por una serie de rasgos estilísticos que dan forma a la Gran novela de la Revolución mexicana cuyos antecedentes nos remiten al iniciador del género - Mariano Azuela- creador que señala la especial modalidad narrativa de una acción que se actualiza en un conjunto textual abierto, cuyas manifestaciones aún emergen en nuestro presente inmediato.

Nuestra lectura intenta descifrar las amplias orientaciones míticas de un momento histórico y cultural colectivo, como es la revolución mexicana. Nos interesa el relato simbólico de la narración tanto en su ubicación socio-histórica como en la configuración de la psique colectiva que envuelve al lector, autor y personajes del texto, para situarlos como actores entre los decorados y las acciones dramáticas que despliegan los grandes mitos.

Las fechas nostálgicas que suscitan la reminiscencia simbólica (1 de Enero - 19 de Mayo - 25 de Noviembre 1910). Historia que se escribe por la alquimia de la palabra en "un cielo nuevo y una tierra nueva", relato religioso fundador del pueblo de sin nombre: "Pueblo de mujeres enlutadas. Aquí, allá, en la noche, al trajín del amanecer, en todo el santo río de la mañana, bajo la lumbre del sol alto, a las luces de la tarde..." (p. 3).

El texto se convierte en un acto creador de si mismo de la sensibilidad y de la psiquis colectiva del pueblo "pueblo de templadas voces. Pueblo sin estridencias. Excepto los domingos en la mañana, sólo hasta mediodía." (p. 3)

La historia secuencial que podemos implicitar convencionalmente - 1910 - el inicio de la revolución mexicana, se transforma en el intratexto, en una disposición narrativa múltiple y compleja, cuyo juego de montajes y la dispersa interiorización de la conciencia y muestra la incapacidad del lenguaje humano para referir el tiempo en un orden racionalmente articulado.

Pero, ¿cómo se construye la historia si sabemos que a los hombres no les gobierna una historia objetiva y cuyas etapas estarían previstas como una fatal progresión al futuro o la catástrofe última? Por el contrario, la preeminencia del mito supone que el tiempo humano obedece a recurrencias diversas y que la historia está escrita en el hombre y no a la inversa.

Entonces, crónica de la memoria es la historia del pueblo sin nombre, recuerdos alucinados de Lucas Macías "con la imaginación basta y sobra; para mí que es mejor imaginar que ver; así las cosas dan todo su ancho y no tiene uno porqué achicarlas, ni curiosidad de verlas". (p. 126)

La interiorización de la historia convertida en crónica de la memoria anula el realismo crítico y planfletario de la narrativa realista, además la adecuación de las formas lingüísticas a la pura angustia interior y sin tesis obvia - para dar cuenta dela revolución - ha sido el gran aporte artístico en la obra de Agustín Yáñez.

Pero ¿quién habla? ¿dónde? , en este pueblo alienado de la historia, donde todo diálogo resulta un monólogo fantasmal, para no salir de si mismo y evitar toda progresión temporal: éste ha sido el designio y maldición del sacerdote Dionisio - Jefe espiritual del pueblo- pero algo se avecina. Al filo del agua es el Apocalipsis, el movimiento y el cambio, la revolución como un relámpago que cambiará la vida. Así, estos monólogos, esta letanía imprecisa de los ensimismados, moviliza el habla subversiva, los fragmentos de un discurso social soterrado que revive las tradiciones orales, los modos iniciales del habla y el autentico ser americano remarcados sobre discursos tradicionales cosmopolitas y desarraigados. - "No padrecito, dispénseme mucho lo que sucede es que al volver nos damos cuenta de las injusticias y mala vida que acá sufre la gente. ¿Por qué un cristiano ha de sudar todo el día para que le den unos cuantos cobres? (p. 152) , pero esta letanía trágica sólo corresponde a un vacío, una voz que tomará misteriosas e infinitas direcciones para reaparecer en los límites de texto.

"-Que la mujer, que los hijos, que los animales que las siembras, que las deudas... en fin, al demonio no le faltaran mañas para quitarnos la atención del principal asunto a que os ha traído la misericordia Divina: (p. 54).

Existe además en el texto, una turbulencia intratextual (voces, murmullos, exclamaciones, suspiros, chismes) que van creando ritmos narrativos desconcertantes; ejemplo es la lectura de periódico que María realiza con avidez..." El General Brigadier Gustavo A. Maas es sentenciado a muerte - La señora Virginia de la Piedra viuda de Olivares asiste a la audiencia" (p. 76). Este texto nos remite a un efecto de realidad que se desplaza más allá del mundo narrativo, la lectura secreta de los periódicos corresponde a una rebeldía, el salir de los márgenes de conocimiento que impone el cerco cerrado del mundo virtual y asfixiantes del pueblo.

Luego estos hilos de un argumento invisible van formando, las ansias, los clamores subterráneos y vibrantes de seres que intentan rebasar sus márgenes "¡ Cada año más vieja, más achacosa, más abandonada y desesperada¡ Es horrible yo no sé donde tiene mi padre los ojos o el corazón para volver, para no comprender, y que me sacara del pueblo siquiera unos días" (p. 308), son vidas interiores independientes de todo acontecer externo, pero cuyos fragmentos van configurando el Acto Preparatorio, el inicio del relámpago, el cambio, la mítica revolución.

Esta voluntad de estilo marcada por la destrucción del modo convencional de narrar y la dispersión constante del yo narrativo - ha sido considerada por la crítica - como el gran acierto de Agustín Yáñez para representar la ambigüedad y dinámica interna que impone el relato de la Revolución Mexicana como experiencia vivida y verificada en la memoria.

Esta particularidad de estilo - en la obra de Yáñez - revela evidencias de contemporaneidad que lo ubican junto a Asturias, Carpentier, Mallea - en la primera generación superrealista (1935), marcada por la incertidumbre en la verdad de la representación y cuya realidad última se postula como vacío y se constituye como puro lenguaje y será esta producción imaginaria y visionaria lo que configurará el arquetipo mítico del pueblo, sus calles, su río el espacio sofocante de la iglesia, los corredores sombríos de las casas, el sopor de sus habitantes silenciosos pero, "toda creación literaria a partir de fragmentos de este mundo de exilio, se fundamenta en el arquetipo de un éxodo, partida o regreso, hacia una tierra prometida."

Pero, ¿cómo se producirá el éxodo de los inmolados, de los ensimismados y de la conspiración de sombras, esas falsas estatuas? Doblan las campanas tan tremendamente que muchos han llorado como en calamidad pública, como si vivieran el día del juicio, que no de otra manera, entonces, gemirán, se desbaratarán , se quebrarán los bronces del mundo. "¡Gabriel! (p. 236).

"Cuántas heridas abiertas por el rebullicio de los músicos, por las nunca oídas melodías - amor, ensueño. Tristeza dulce, intimo júbilo, hallazgo de buscadas expresiones- que desvelaron al pueblo y revelaron a los adolescentes un mundo, un lenguaje nuevo, en la noche del ocho al nueve de diciembre, mundo y lenguaje presentidos muy cerca..." (p. 310).

La música del campanario y la orquesta somnolienta iluminan y transfiguran sus deseos cotidianos, sus rencores dormidos en una experiencia mágica que los aleja del paraíso inmóvil para conducirles irremediablemente a la lejanía imprecisa de un destino que permite el reencuentro con la divina esencia, la sabiduría de la naturaleza que los libera del tiempo y la muerte.

Este destino en movimiento genera un vitalismo narrativo que amplía el contexto psíquico, social e histórico del texto que se construye como espacio escénico adecuado a los delirios, obsesiones, agonías de sus patéticos habitantes.

Son ahora las voces, el lenguaje que construye - en una desgarradora eternidad - a los personajes que portan su propio destino. "El novelista tiene la obligación de respetar su libertad, su destino": afirma Agustín Yáñez en una entrevista concedida a Emmanuel Carvallo. "Estamos en el Filo del agua, Usted cuídese: pase lo que pase, no se aflija, señor cura, será una buena tormenta y a usted le darán los primeros granizazos:" (p. 376).

Son las palabras de Lucas Macías, amenazantes antes de morir culpando al padre Isla de la desgracia del pueblo.

"María se contó entre las que rompieron el cerco de temores. La dejó atónita el brusco vacío de Gabriel, cuyo paradero ignoraba; la tragedia de Micaela no le sirvió de lección:" (p. 293).

"No le hagan nada. ¡suéltenlo¡ ´él no es culpable, yo fui la que quise, porque, lo quiero y a nadie como él he querido, ¡suéltenlo¡" (p. 261)

Micaela, figura trágica y rebelde es el contrapunto de la beatería de San Miguel, reaparece como espectro en un acto de brujería que le permite escapar del olvido y la maldición del pueblo.

María, rebelde, se escapa del pueblo y del novelista para reaparecer en otras p.inas

"¡Mató a una mujer!
¡mató a su padre!
¡por poco y mata al Padre Islas¡ ¡Al Padre Islas, al santo!" (p. 264).

Son las voces del pueblo contra Damián Limón, héroe y villano tejido en este estatus ambiguo de maldiciones, amor y odio que lo someten a la necesidad implacable de un destino- héroe inmortal - gestado en el interior del relato. Porque la melodiosa y vibrante sinfonía de la superficie textual transfiguraba en la intemporalidad del mito, es la escritura, es el lenguaje sagrado que despierta a los héroes del sueño y los envuelve en un espacio nuevo, un tiempo nuevo, liberados de la degradación y de la muerte.

Y son los movimientos de estos héroes inmortales, el descenso de Gabriel desde el campanario, la huida enloquecida de Damián Limón, la partida de María con la tropa, el ascenso de Victoria a la torre, las turbas aterrorizadas en las calles, las tropas de Madero que arremeten en el pueblo adormecido van gestando el cambio, el rito imperecedero de la Revolución.

Este preludio fantasmal, es el rito que se inscribe en la memoria y configura la historia escrita que traiciona la historia que acontece, - la Revolución Mexicana - eterno movimiento de redención - arrancada del desgaste del tiempo y la muerte, transfigurada en narración, en mito sugerente que origina una desgarradora eternidad, espacio para los personajes que sólo encuentran su destino en nuestra escondida memoria.

BIBLIOGRAFÍA:

Carpentier, Alejo. Tientos y diferencias, Editorial Plaza Janés
Fuentes, Carlos. La nueva narrativa Hispanoamericana.
______________ Cuaderno de Joaquín Mortiz.
Giordano, Jaime. La edad de la Náusea Monográfico del Maitén